martes, 20 de agosto de 2013

¿Has visto alguna vez una nube dentro de una habitación cerrada?


Son muchos los fotógrafos que han jugado con las nubes, como el caso de Chema Madoz, pero existe un artista holandés llamado Berndnaut Smilde que no se conforma con retratar la realidad, ni con jugar con ella, sino que prefiere crear él  mismo las nubes y después fotografiarlas. Controla el proceso meteorológico con todo detalle en un espacio cerrado y el resultado parece propio de un superhéroe de ficción aunque se trate del resultado de una combinación de una maquina de humos, humedad y algunos efectos de luz. Su primera serie de nubes fue creada en el 2010 y la llamó Nimbus.

Son nubes que duran unos segundos en la habitación y luego desaparecen. Consigue así autenticas obras de arte efímero que inmortaliza con su cámara. Las fotografías resultantes se convierten en su obra final, testimonio del proceso.

Se trata de una realidad ambigua que puede recordar a Magritte o invitar a reflexionar sobre la interpretación clásica del espacio y del color.






El arte efímero elevado a la enésima potencia. La presencia física de espacios en transición. El espíritu creativo combinado con la tecnología.

http://vimeo.com/67729669
Está allí solamente por un breve momento y luego se desarma”, afirma Smilde. “Es el potencial de la idea, pero al final, nunca funcionará. Quería crear una imagen muy clara, casi un cliché, una caricatura de la visualización de tener mala suerte. Buscaba capturar lo efímero de la humanidad, su incapacidad de dominar completamente la naturaleza. En esta relación, no somos protagonistas sino actores de reparto, no somos los amos supremos sino que siempre estamos tratando de responder los interrogantes que nos arroja el mundo".





jueves, 15 de agosto de 2013

A cada época su arte a cada arte su libertad



Centauro
Bolsas de basura y cinta aislante
Joshua Allen Harris







Lo que en un primer vistazo pueden parecer bolsas de basura en medio de las calles de Nueva York, se convierte en monstruos que cobran vida con la respiración de la ciudad.

¿Habías visto antes a un escultor trabajar así? ¿dónde está la belleza? ¿dónde quedaron los materiales nobles y la destreza del artista?
¿y si se rompen las bolsas?¿ y si la gente las coge? ¿y si otro hace lo mismo y le copia? ¿y si un barrendero hace bien su trabajo?

Un buen ejemplo para introducir el arte urbano en puro apogeo (2008). Joshua Allen Harris sale del metro y de los vagones aunque se queda cerca, en las rejillas.

Es una manera de convertir el aire caliente y sucio y las bolsas de basura, en animales que nacen, bailan y mueren. Un uso del espacio público con todas las consecuencias que supone.


http://vimeo.com/69452957 video donde podéis ver entre otras cosas, su manera de trabajar y sus pensamientos, además de las opiniones de algunos peatones.


martes, 13 de agosto de 2013

El arte por el arte es una aberración, la arquitectura por la arquitectura es un crimen

Cuando una estudia La Escuela de Viena y lo que supuso en la historia de la arquitectura, una se imagina a Loos como un tipo triunfador y serio rodeado de estudiantes ejemplares siguiendo sus mismos pasos, o así me lo imaginaba yo. Arquitectos con trajes negros construyendo casas blancas, elegantes y austeras; el no va más de la vanguardia.

Loos fue un arquitecto de principios del siglo XX empeñado en diferenciar la arquitectura de las artes aplicadas. Un tipo a favor de una arquitectura funcional y enemigo de la ornamentación. Si Loos viviera en nuestra época, habría denunciado a la revista Hola por publicar aquellas fotos de las casas de gente famosa que aparecían en sus páginas. 

Resulta que, un siglo después, un hombre también austriaco escribió esto:



Adolf Loos trajo esta atrocidad al mundo. Fue en 1908 con su ingenioso manifiesto titulado "Ornamentación y crimen". Lo hizo con ¡buena intención!....pero Adolf Loos fue incapaz de prever lo que ocurría 50 años después. El mundo nunca se librará del demonio que Loos invocó. 

Tendría que haber sustituido aquella estéril decoración por vegetación. Pero no ocurrió así. 
Valoraba la línea recta, lo idéntico, lo liso. Ya tenemos lo liso. Todo resuma lisura. Hasta Dios. Porque la línea recta es atea. La línea recta es la única línea no creativa. La única línea que no se presenta ante el hombre como la imagen de Dios. La línea recta es el verdadero instrumento del demonio. Quien la utiliza, contribuye a la ruina de la humanidad. 






Ese hombre era Hundertwasser. Pintor, arquitecto y urbanista. Entendió que el arte estaba ligado a la vida y que sólo de esa manera podríamos alcanzar una existencia en armonía con el medio. Propuso un urbanismo revolucionario donde el aspecto ecológico era fundamental. Un urbanismo que es urgente y necesario como demostró en su Manifiesto a la Santa Mierda. 



La vegetación ha tardado millones de años en cubrir la escoria y las sustancias tóxicas con una capa de humus, una capa de vegetación y una capa de oxígeno, para que el hombre pueda vivir en la tierra, pero el hombre es un desagradecido y vuelve a traer a la superficie de la tierra la escoria y las toxinas, que el cosmos había cubierto con tanto mimo. Así, ese acto atroz de irresponsabilidad humana, hace del final del mundo algo semejante al principio de los tiempos. Nos estamos suicidando. Nuestras ciudades son úlceras cancerosas.



Hoy se entierra a los muertos de manera anti-ecológica. Los muertos se pudren en un féretro a cuatro metros bajo tierra. Las raíces de los árboles no pueden regenerase. Además los muertos están separados del cielo y de la tierra por una losa de cemento y flores artificiales. El hombre debería ser enterrado sólo a medio metro, o dos pies bajo tierra. Luego allí debería plantarse un árbol. Debería ser enterrado en un ataúd degradable, de forma que cuando se plante un árbol encima, el árbol se beneficie de su sustancia, y lo cambie por sustancia de árbol. Cuando se visita una tumba no se visita a un hombre muerto, se visita a un ser vivo que se acaba de transformar en árbol. Sigue viviendo en el árbol. Se puede hacer un bosque bonito, que será más bonito que un bosque normal porque los árboles tiene sus raíces en las tumbas. Ese bosque puede extenderse por el campo, y como de todas formas no tenemos muchos bosques, a la vez estaremos conservando el bosque. Será para el hombre un parque, un lugar de recreo, un lugar para vivir. Un lugar fantástico para vivir en contacto constante con la vida y la muerte.

Hundertwasser pretendía hacer un mundo más habitable con nuevos proyectos pero también replanteando edificios antiguos. Era un medico arquitecto que restauraba casas, para embellecer las estructuras ya existentes, estructuras estériles, sin carácter ni fuerza.

Ahora les toca a los artistas, porque los arquitectos han fracasado como profesión.No vivieron de acuerdo con lo que podría llamarse su "juramento hipocrático". Es decir, construyen casas que hacen enfermar a la gente, tanto mentalmente cono en otros aspectos, por eso la revolución debe venir de afuera, y creo que viene de los artistas. 

Sus ideal de vivienda queda plasmado en un manifiesto que tituló El derecho a la ventana. 


Algunas personas dicen que las casas consisten en paredes. Yo digo que las casas consisten en ventanas. El que vive en una casa debe tener derecho a asomarse a su ventana y a diseñar como le apetezca todo el trozo de muro exterior que pueda alcanzar con el brazo. Así será evidente para todo el mundo desde la lejanía, que allí vive una persona. Cualquier clase de diseño personal es mejor que la estéril muerte. Nuestras casas están enfermas desde que existen planificadores urbanos dogmáticos y arquitectos de ideas fijas. Todas estas casas, que tenemos que soportar por miles, son insensibles, carecen de emoción, son dictatoriales, crueles, agresivas, lisas, estériles, austeras, frías y prosaicas, anónimas y vacías hasta el aburrimiento.

Me gusta este fragmento especialmente porque es un grito punki de hazlo tu mismo, un grito contra la producción en serie. Desgraciadamente, seguimos necesitándola por ahora. Pero dejar los objetos producidos en serie en el estado en que llegan a nosotros, es un signo de descontento personal, la prueba de que uno es esclavo. Por eso considero maravilloso la necesidad de tunear los objetos y alterarlos, especialmente crearte tu ropa y tu casa (dos de las cuatro epidermis que Hundertwasser consideraba que toda persona tiene). 


¡Ayudemos a revocar las leyes criminales que reprimen la libertad de construcción creativa! Ningún arquitecto ni cliente en particular puede aceptar la responsabilidad de todo un bloque de apartamentos, ni tampoco la de una sola casa destinada a varias familias. Esta responsabilidad debe asignarse individualmente a cada residente, tanto si es arquitecto como si no. Deben levantarse todas las restricciones impuestas por las autoridades de inspección de edificios, por los contratos de arrendamiento, etc, que prohíban o pongan las limitaciones a las mejoras individuales en una casa. De hecho, el deber del estado es ofrecer ayuda financiera y apoyo a cualquier ciudadano que desee hacer modificaciones en los muros exteriores o dentro de la casa. El hombre tiene derecho a reclamar su epidermis arquitectónica. Con una condición: no debe afectar ni a los vecinos de los que llevan a cabo modificaciones, ni a la estabilidad de la casa.


Pero, para esto tenemos técnicos expertos que pueden calcular todo con precisión. Los inquilinos y los propietarios deben tener opción a hacer mejorar en su casa. Sólo en el caso de que el siguiente inquilino no acepte esas modificaciones, volverá el apartamento a su estado original. Pero se puede afirmar, con una probabilidad del 90 %, que las mejoras individuales serán muy bien acogidas por el siguiente inquilino, pues tienen como objetivo hacer más humano el apartamento. Si no se aprueba una ley que autorice las modificaciones individuales en los edificios, la psicosis de prisión de los residentes internos seguirá empeorando y la situación tendrá un final fatal. Sólo hay dos opciones: la esclavitud absoluta o la rebelión contra las limitaciones a la libertad personal.

Mi abuela siempre dice que mi abuelo era tan bueno que no pisaba ni las hormigas. Quizás mi abuelo entendió todo esto antes que yo y sabia que las hormigas eran respetables porque se construían su propio hogar. Cómo me gustaría visitarle, ver un árbol y pensar "mi abuelo va creciendo bien, fenomenal."



lunes, 12 de agosto de 2013